El sábado por la mañana se veían las nubes desde mi ventana. Eran más o menos así.
Todas las cosas del mundo tenían un equilibrio quebradizo y momentáneo yo también.
Hago equilibrios en un finísimo hilo negro que por las noches se confunde con la oscuridad y aún no estoy segura de si llegaré al otro lado entre aplausos y admiraciones o si caeré sin más y fin.
O si caeré sin más y al fondo ya cuando no me quede esperanza tus brazos... y volver, volver, volver....